Historia(10/13)
El 5 de septiembre de 1718, llamado el pueblo de Bermeo a regimiento abierto y reunido en la plaza de la villa, frente al Ayuntamiento, se levantó en contra del alcalde y su hermano. El alcalde Juan Tomás de Eskoikiz, no se hallaba en la junta. Se había olido algo y se había refugiado en la iglesia de Santa Maria de la Atalaya. El regimiento le envió una comisión y se acordó declararle preso en la iglesia misma y mantenerle allí detenido.
Por decreto de 31 de agosto del año anterior, se ordenó el paso de las aduanas a los puertos de mar. El 21 de octubre de 1717, el decreto fué rechazado por las Juntas Generales de Bizkaia, por ser contrario a fuero, pero la órden de traslado de las aduanas se dió por encima del acuerdo de la junta.
El 4 de septiembre de 1718, prendió la revuelta en Bilbao. Los machinados, labradores en su mayor parte, se levantaron en contra de los comerciantes y sobre todo contra las autoridades de la Diputación y las villas, por haber puesto en marcha el Decreto. La matxinada se extendió por otros lugares de Bizkaia y Gipuzkoa.
Los hechos más importantes en Bermeo se dieron el 10 de septiembre. Tras celebrarse en Gernika Junta General, llegó a Bermeo gente procedente de las anteiglesias de Busturialdea, de Gernika, Murueta, Busturia, Ibarrangelua, Mundaka, etc, y, al frente de todos ellos el teniente de corregidor, obligado por la multitud. Llegaron hasta la plaza de la villa con intención de castigar a los prisioneros. Se hallaban en la cárcel el alcalde Juan Tomás de Eskoikiz y su hermano Manuel Antonio, quien fuera segundo corregidor de Bilbao; Manuela Lasso de la Vega, esposa de éste, la hija del alcalde Maria Josefa y su esposo Gregorio de Ezterripa, primer corregidor de Bermeo por el bando oñazino. También se hallaban encarcelados Fernando de Olazabal y Juan Tomás de Goikoetxea, cabo y vigilante de la chalupa de la aduana.
Los machinados entraron violentamente en la cárcel y mataron a los encarcelados, excepto, según parece, a la hija del alcalde. El alcalde y Ezterripa fuerón, además, defenestrados.
Seguidamente la gente salió de Bermeo con la intención de dirigirse hacia Lekeitio. Lo seis cuerpos quedaron en la plaza hasta el dia siguiente.
En enero, la corona respondió con contundencia. Por los hechos de Bermeo fueron ajusticiados dos de Murueta y uno de Busturia, y además hubo muchas detenciones. Sin embargo, pasados tres años, en 1722, se trasladaron nuevamente las aduanas a tierra adentro, restaurándose el libre comercio en Bizkaia.
Este año de 1722, Bermeo, vivió, tal y como se ha dicho, un incendio devastador.
El siglo XVIII, en general, fué época de florecimiento. También en Bermeo; en éste siglo se consiguió reestructurar la actividad económica, dejando a un lado la vía comercial y sumergiéndose totalmente en la pesca.
El Ayuntamiento vió desde comienzos de siglo la necesidad de reparar los muelles, y, de éste modo, se iniciaron las obras de reparación de los muelles de los dos puertos, tantas veces deteriorados por los embates del mar.
Pero, además de la estructura de los puertos, también se hizo un gran esfuerzo en el campo de las obras públicas. Se repararon la calzada que va de Bermeo a Bilbao y la de Sanjuanbide, y también se iniciaron reconstrucciones en calles, portales de la muralla, iglesias y ermitas.
El material necesario (piedra, arcilla y madera, concretamente) para realizar todas éstas construcciones, se extraía de sus canteras, bosques y tejerías: canteras de Galdiz, Arballu, Tribiz y Matxitxako. Tejerías de Ametzaga, Adoberia y Beitegi; madera de toda la masa forestal existente en aquella época en sus montes comunes. Para que éstos bosques no se agotasen, el Ayuntamiento tenía la obligación de plantar cada año 300 robles jóvenes. En el siglo XVIII, Bermeo mantenía cuatro viveros: el de Mañu, el de Aguriaga, el de Galdiz y el de Zuluetaburu.
A finales del siglo XVIII, se impuso la prioridad de prepararse para la guerra contra la convención francesa. A partir de 1792, se revisaron y repararon las baterias y fuertes de Matxitxako, Galdiz, Tonpoi, Tala, Baztarre, Gaztelu y Errosa, a fín de proteger la costa.
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